Los barbudos del pasado y del presente acumulan en sus caras el conocimiento.
Cada pelo, cada cana, es un río de historias que forjan su espíritu, un modo de
ver la vida a través de las palabras, palabras que lo cambian todo, palabras
que a su vez, alimentan sus vidas.
La barba es el poema de los sabios.
La barba es el conocimiento del mundo, de sus tierras y palabras.
La barba es la vida presente, y la pasada.
La barba oculta la imperfección.
Esos sabios barbudos fueron un día jóvenes, de bagaje ligero, con los ojos
abiertos al futuro, sedientos de palabras, hambrientos de poesía, ávidos de
barba.
Hoy nosotros somos esos jóvenes, inexpertos, imberbes.
Hoy nacemos gracias al amor a las palabras del alma, gracias a la poesía, con
la pretensión y bajo la excusa de crecer, de llenar nuestras tempranas vidas de
emociones destinadas a ser compartidas con todo aquel que nos haga el honor de
escucharnos.
Hoy nacemos para descubrir un mundo mágico, para alcanzar la madurez humana,
para obtener la larga barba de la sabiduría.
Hoy nacemos como versos sueltos que se unen para formar un hermoso poema de
juventud escrito en papel nuevo, limpio, inmaculado, pero ansioso de
amarillear, de madurar, como los rostros imberbes.
¡¡SOMOS JÓVENES!! ¡¡SOMOS POESÍA!! ¡¡SOMOS POETAS IMBERBES!!
¡¡SOMOS JÓVENES!! ¡¡SOMOS POESÍA!! ¡¡SOMOS POETAS IMBERBES!!
Poetas flácidos avanzan
por las calles de mi estúpida ciudad
rebuscando entre viento polvo y pelusa
especímenes afines a sus coordenadas básicas.
El más leve movimiento es motivo de sospecha
van armados con balas afiladas como lápices
y buscan crear un ejército imparable para dominar el mundo.
No tienen compasión, fluyen letras de sus dedos
y acribillan a inocentes transeúntes
los espían como arpías
les meten sus rimas en el buzón.
Ojos púrpuras les interrumpen
en mitad de un cántico
en medio de la síncopa
empezando el contratiempo
al tiempo
jugando al póquer sin cartas
en una mesa hexagonal.
Se miran en espejos rotos
nadie conoce su verdadera identidad
visten de morado
llevan almas destiladas
y de vez en cuando las sacan a pasear.
A veces mienten
se hacen los disimulados
pero si algo tengo claro es que
los poetas son los únicos que dicen la verdad.
por las calles de mi estúpida ciudad
rebuscando entre viento polvo y pelusa
especímenes afines a sus coordenadas básicas.
El más leve movimiento es motivo de sospecha
van armados con balas afiladas como lápices
y buscan crear un ejército imparable para dominar el mundo.
No tienen compasión, fluyen letras de sus dedos
y acribillan a inocentes transeúntes
los espían como arpías
les meten sus rimas en el buzón.
Ojos púrpuras les interrumpen
en mitad de un cántico
en medio de la síncopa
empezando el contratiempo
al tiempo
jugando al póquer sin cartas
en una mesa hexagonal.
Se miran en espejos rotos
nadie conoce su verdadera identidad
visten de morado
llevan almas destiladas
y de vez en cuando las sacan a pasear.
A veces mienten
se hacen los disimulados
pero si algo tengo claro es que
los poetas son los únicos que dicen la verdad.
1 comentario:
El manifiesto es, sencillamente, maravilloso... Y el poema, grande, grande... Habrá futuro después de todo.
Sergio
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