Omar Jayam u Omar Khayyam (Nishapur, entonces capital selyúcida de Jorasán —actual Irán—, c. 18 de mayo de 1048 — ibídem, c. 4 de diciembre de 1131) fue un matemático, astrónomo y poeta persa. La traducción literal de su apellido es "fabricante de tiendas", profesión que alguna vez ejerció su familia y que utilizaría como pseudónimo en su poesía.
Omar Jayam realizó relevantes investigaciones en astronomía, principalmente la corrección del antiguo calendario zaratustrano. Desde entonces se adoptó una nueva era, conocida como jalaliana o el Seliuk. En 1092 realizó su peregrinación a La Meca, según la costumbre musulmana, y a su regreso a Nishapur trabajó como historiador y maestro en matemáticas, astronomía, medicina y filosofía, entre otras disciplinas.
La obra poética más destacada de Omar Jayam son las Rubaiyat (en:Rubaiyat of Omar Khayyam), recopilación de hasta un millar de estrofas epigramáticas de cuatro versos que hablan de la naturaleza y el ser humano. Dicha estrofa se denomina rubaí.
La lectura del Rubaiyat significa un acercamiento a la literatura oriental. Contiene un profundo sentido humano que canta los deleites del amor y los goces de la vida que, con las transposiciones de amargura y optimismo, conforman el carácter del individuo acentuado en su realidad. La vida exige al hombre duros sacrificios porque es esclavo de sus propios prejuicios. Entre tantos absurdos no disfruta de su efímera existencia. Jayam quiere convencer al hombre de que está equivocado y lo invita a que se desnude de dogmas y doctrinas para que aproveche de los valores tangibles de la naturaleza.
"...si van a los infiernos amantes y borrachos,
quedará el paraíso desierto y despoblado."
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En esta ocasión, la lectura dedicada a Omar Jayyam nos abrió la mente y nos invitó a vivir en el Oriente del año 1000 por un momento, mientras interiorizábamos sus Rubaiyat, concisos, pero a su vez tan llenos de contenido... Os dejamos con algunos de ellos:
XII
Los de mayor saber y mejores maneras
la reunión de sabios con su luz alumbraron;
no hallaron un camino hacia el día en la noche,
sólo contaron cuentos y después se durmieron.
XXXVII
De niños asistimos a clases de maestros,
luego fuimos maestros, y esto nos alegró,
qué fue al fin de nosotros, las palabras lo dicen:
brotamos de la tierra y nos arrastró el viento.
LXXVI
Sin beber vino puro yo no puedo vivir,
ni puedo sin el vino, cargar con este cuerpo;
me esclaviza el momento en el que la saquí
diga “una copa más”, y no pueda tomarla.
LXXXVII
Que amantes y borrachos irán a los infiernos,
no puede ser verdad, creerlo es imposible;
si van a los infiernos amantes y borrachos,
quedará el paraíso desierto y despoblado.
LI
Seguirá mucho tiempo el mundo sin nosotros,
no quedara ninguna señal de que existimos;
si no existíamos antes y todo estaba en orden,
después no existiremos y seguirá igual todo.
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